I.G. Mardones.- Pocos relevos ministeriales habrán seguido el mismo itinerario que el ascenso de la vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, a la Comisión Europea para ser el brazo derecho de la presidenta, Ursula von der Leyen, a pesar de la inaudita oposición del Partido Popular español. Súbitamente y pasados varios días de la catástrofe de la dana, portavoces del principal partido de la opisición le atribuían responsabilidades sobre la catástrofe, basadas en la dependencia del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico de la Confederación Hidrográfica del Júcar y la Agencia Estatal de Metereología (AEMET), cuando en este caso ambos organismos cumplieron su papel de previsión meteorológica y medición de caudales.

Pasado el efímero intento de involucrar a Ribera en responsabilidades por el desastre de la dana, su relevo se ha producido en un ascenso automático de todas las personas que ocupaban puestos superiores en el escalafón del ministerio.

Nadie esperaba otra cosa en el área energética del ministerio de Transición Ecológica. Un área incorporada al departamento de Medio Ambiente desde su histórica dependencia de los ministerios de Industria, donde las grandes empresas energéticas han gozado de gran influencia, cuando no han ejercían el oligopolio en las políticas del sector.

Teresa Ribera, primero con José Domínguez Abascal, al frente de la secretaría de estado de Energía por breve tiempo y, sobre todo, con su sucesora Sara Aagesen, dió un vuelco a la política energética de España al introducir la sostenibilidad y la transición energética hacia la descarbonización del sector mediante un fuerte impulso a las energías renovables. Pero ha hecho algo más. Ha logrado desmontar el endiablado sistema de fijación de precios que otorgaba a las eléctricas la máxima retribución al imponer el precio del último recurso – el más caro- al pool del sistema. De esta manera se han venido beneficiando con ingresos sobrevenidos los productores de la energía más barata, los primeros en atender la demanda, con origen nuclear o hidráulica. Ribera ha conseguido para España y Portugal la excepción ibérica de este sistema con el argumento de que debido a la ubicación geográfica de la península, alejada de los centros de producción europeos hay menos flexibilidad de intercambio energético y adecuación de los precios

La encargada de llevar a término esta reforma ha sido su sucesora, Sara Aagesen, hasta ahora secretaria de Estado de Energía, con un papel protagonista en el diseño del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 y la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo (ELP 2050), mediante la que han ido cerrando varias centrales térmicas de carbón con emisiones contaminantes y gases de efecto invernadero, como ha sucedido en la mayoría de los países desarrollados y comprometidos con el Convenio de París de 2015.

Su sustituto el frente de la energía es Joan Groizard Payeras, procedente de la dirección del IDAE desde 2019. En estos cinco años, el periodo en el que el instituto ha gozado de más recursos económicos de su historia, se ha encargado, entre otras funciones, de coordinar y ejecutar el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica de Energías Renovables, Hidrógeno Renovable y Almacenamiento (PERTE EHRA), financiado con los Fondos Next Generation, que han movilizado hasta ahora más de 13.000 millones de euros en impulsar iniciativas que aceleren y amplíen las capacidades energéticas e industriales de España en materia de transición ecológica.

Miguel Rodrigo, le releva al frente del IDAE. Ha trabajado intermitentemente en el instituto, y su trayectoria se ha mantenido ligada a las políticas europeas en emisiones industriales y técnicas sostenibles.

Por último, Carmen López Ocón, hasta ahora responsable dentro del IDAE del impulso a energías renovables olvidadas y marginadas, como las energías del mar y la geotermia, asciende a la dirección de Energías Renovables y Mercado Eléctrico. Durante su empeño se han adjudicado por primera vez en España recursos estatales para la perforación y exploración de yacimientos de energía geotérmica profunda con vistas al aprovechamiento del calor del subsuelo mediante plantas de generación de electricidad y calefacción de barrios, como existen en varios países europeos

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