La energía geotérmica triunfará el día que se venda como un recurso barato, limpio, disponible y de respaldo en el mix energético
Egs320 from Calpine Corporation on Vimeo.
El motivo por el que los pozos geotérmicos estimulados tienen que ser profundos es que la eficiencia térmica (y por tanto la rentabilidad) de generación geotérmica es particularmente sensible a la temperatura del agua impulsada hasta la superficie. Esa temperatura debe ser de 150 ° C, o más, para producir vapor lo suficientemente potente como para mover las turbinas eléctricas. Lejos de los lugares donde se apoyan en las placas tectónicas, la temperatura de las rocas subyacentes aumenta en aproximadamente 25º- 30ºC por kilómetro (23º-26ºF por cada 1.000 pies) de profundidad. Esto significa que para conseguir agua caliente suficiente para producir vapor, hay que profundizar varios kilómetros.
Aunque las perforaciones de pozos alcancen profundidades sin precedentes (la más profunda hasta ahora llega a los 12,3 kilómetros), la temperatura del agua no suele ser lo suficientemente elevada como para producir la calidad de vapor que se encuentra por ejemplo en una caldera calentada por combustibles fósiles. A lo sumo, la eficiencia térmica de generación de energía geotérmica es de alrededor de 23%, la mitad de que una central térmica de carbón. Esto no significa que la electricidad geotérmica sea poco competitiva. Los costes de capital de las plantas geotérmicas son altos, entre 2 y 7 millones de dólares por megavatio de capacidad. Pero con un combustible esencialmente gratuito, sin costes de mantenimientos e impactos ambientales mínimos, los costes de explotación son particularmente bajos.
Por lo general, las plantas geotérmicas de generación producen un kilovatio-hora de electricidad por unos 0,5 dólares -igual que el carbón-, frente a los 0,8, dólares del viento o 1,3 la energía solar. Y a diferencia de la eólica o la solar, las centrales geotérmicas pueden funcionar día y noche, año tras año. Su factor de capacidad media (una medida de la cantidad de electricidad producida en comparación con la capacidad instalada) es del 73%, aunque algunos funcionan hasta con un 96%. El factor de capacidad promedio para las plantas solares no supera el 12%, mientras que los parques eólicos alcanzan alrededor del 23%.
En muchos sentidos, las plantas geotérmicas son similares a las centrales nucleares (con un factor de capacidad del 90%), aunque en una escala más pequeña pero sin los problemas de la radiación o de eliminación de residuos. Desafortunadamente, estas ventajas se han convertido en una rémora. Lo que necesita la industria geotérmica, más que cualquier subvención, es cambiar su mensaje. Hasta hace poco, se ha jactado de que, a diferencia de otras energías renovables, como la eólica o la solar, es un recurso similar al carbón, el gas o incluso la energía nuclear, pero sin emitir gases de efecto invernadero o sin riesgos de radiación. Tal afirmación, lejos de ser una virtud, se ha convertido en una especie de maldición.
Pedir a gritos
La cuestión, como Dave Olsen del California Independent System Operator Corporación lo ve, es que las eléctricas tienen problemas por la falta de flexibilidad de sus plantas de generación. Irónicamente, cuando Southern California Edison se vio obligada a cerrar el año pasado su central nuclear de San Onofre que servía el área metropolitana de San Diego en California, la red local se hizo más estable de lo que se pensaba, a pesar de perder al mayor protagonista de la capacidad de equilibrio. Entre tanto, se ha incrementado la participación de las fuentes de energías renovables en la oferta eléctrica a los consumidores.
Lo que este incidente reveló fue que, a medida que la energía eólica y solar aportan más capacidad a la red, muchas empresas de servicios públicos se enfrentan a un grave exceso de oferta de electricidad durante la mitad del día. En 2013, California tenía que tirar más de 19 gigavatios/hora de energías renovables precompradas, ya que no podía estrangular a sus inflexibles suministros de generación no programable y más barata. A medida que se incorporan más renovables de este tipo a la red (California planea obtener un tercio de su electricidad de fuentes renovables para 2020), el problema sólo puede empeorar. Recientemente, Olsen afirmó en una reunión del Consejo de Recursos Geotérmicos que lo último que no deberían promocionar de la geotermia es su alternativa libre de carbono como energía de respaldo.
Lo que las eléctricas están pidiendo a gritos es más flexibilidad para generar más o menos electricidad rápidamente. En lugar de ser visto como parte del problema, la generación por geotermia debería presentarse como la fuente más barata, más limpia, más fiable y la forma más eficiente de energía auxiliar capaz de proporcionar a las eléctricas la flexibilidad que buscan con urgencia.
Es prematuro declarar, como algunos han hecho, que la energía de respaldo está muerta. Genera la electricidad más barata y continuará así en las próximas décadas. Pero la virtud de la electricidad geotérmica es que puede proporcionar energía básica, potencia flexible o cualquier otra cosa. En otras palabras, puede ser un productor de carga básica que funciona permanentemente y la «carga-seguidor» que opera durante el día y en la tarde, o incluso como potencia en horas pico que permita satisfacer rápidamente los picos de demanda. Si la industria geotérmica es capaz de gestionar este mensaje, los días de viento y sol se anotarán. © The Economist
En cabecera planta geotérmica de los Geyser en California, operada por Calpine