El Congreso Mundial se apoya en el sector hidráulico para aprobar la Declaración de Reikiavik, un conjunto de principios y recomendaciones para la sostenibilidad de la geotermia

Representantes de la delegación de China que acogerá el próximo Congreso Mundial de Geotermia en 2023

I. G. Mardones.- El Congreso Mundial de Geotermia, celebrado con un año de retraso a consecuencia del COVID_19 ha concluido en Reikiavik con dos proclamas. La primera, reivindicar ante líderes, como los reunidos en el G-20 en Roma y la Cumbre del Clima de Glasgow un papel más protagonista que el ejercido hasta ahora por la geotermia en la descarbonización de la energía. En la segunda se compromete a que los agentes del sector apliquen en su actividad criterios de sostenibilidad, tal como lo ha hecho, anticipándose, el sector de la energía hidráulica de quien han copiado la iniciativa.

Sabido es que el aprovechamiento de la geotermia para generar electricidad o climatizar con calor y frío espacios, genera menos impacto ambiental que cualquier otro recurso energético renovable. Pero esa capacitación ni se muestra ni se desarrolla lo suficiente. Podría contribuir mucho más a mitigar el calentamiento global, ya que según la Agencia Internacional de Energías Renovables su potencial de crecimiento se estima en diez veces más en la oferta de soluciones de calefacción y refrigeración y en ocho veces en los mercados de electricidad hasta 2050.

Además, un pacto conjunto emitido por la Agencia y la Asociación Geotérmica Internacional aboga por que sea factible triplicar el sector de la calefacción y refrigeración geotérmica para 2030.

En el Congreso de Reikiavik se ha enfatizado en que para desarrollar ese potencial las plantas geotérmicas de generación eléctrica deben crecer de «manera reflexiva» y proporcionar energía limpia y asequible al servicio de las comunidades, los ciudadanos y el clima.

Ese objetivo lo toma prestado del sector hidroeléctrico que en un congreso mundial celebrado un mes antes ha diseñado un Estándar de Sostenibilidad recogido en un protocolo, según el cual, los proyectos deben someterse al entorno ambiental sin afectarlo, la aceptación social y su gobernanza, en función de unos criterios evaluados de manera independiente durante el diseño, construcción y operación de las plantas.

El compromiso del sector se refleja en la Declaración de Reykiavik emitida el 27 de octubre pasado en la que se recoge un conjunto de principios y recomendaciones «para que el sector geotérmico mundial intensifique su papel en la transición energética como una fuente de energía valiosa, limpia, sostenible y asequible». Su objetivo es fortalecer las bases para el crecimiento de la energía geotérmica mediante el establecimiento de una visión común y la participación de las partes interesadas a nivel mundial.

Estos principios son